Wednesday 25 April 2012

Que injusticia! Thania Vega

Con respecto a los hechos del Palacio de Justicia: tomado de Bdrone Bookstore.

Pocas veces en la vida la realidad supera a la ficción. La historia que cuenta Thania Vega en su libro ¡que injusticia!, nos recuerda que el sufrimiento y el dolor no son solo parte de historias ficticias destinadas a grandes obras de literatura o memorables actuaciones de Hollywood. La maldad es real, es palpable y cuando esta ataca a las familias las sacude, como deseando torturar lentamente los corazones de sus miembros. Esta es la historia que nos escribe Thania Vega (@thaniavega1), una historia de la vida real, sobre los oscuros episodios que buscan ocultar los aun más dantescos sucesos de la historia reciente de Colombia: El secuestro del palacio de justicia a manos de la banda armada M 19 y su rescate a manos de las fuerzas del estado. El hecho de que su posición política impacte en la manera de evaluar el término “injusticia” dice mucho de cómo se le ha dado un manejo mediático al caso. Sin embargo, cualquiera que sea el espectro de su corriente ideológica, al terminar de leer este libro puede concluir varias cosas: la primera, es que hay una familia Bogotana que está sufriendo cantidades indescriptibles de dolor. La segunda, que ellos han enfrentado con valentía y con honestidad la defensa del Coronel Plazas, es decir, que están decididos a dar su vida, si es preciso, por demostrar la inocencia del Coronel, y la tercera, que existen muchas irregularidades profundas en el proceso judicial que se lleva contra este soldado de Colombia. Este relato, muestra con claridad el sufrimiento intimo de una familia que no puede confiar en la objetividad del sistema judicial colombiano, de una mujer que escribe como uno de sus últimos recursos frente a lo que a todas luces parece una batalla desigual contra la prensa, el sistema judicial y el olvido de los Colombianos. Sin embargo, lo que se lee en ¡que injusticia! No es un compendio político, ni un intento por victimizarse en medio de una historia donde claramente son las víctimas de la afrenta, sino que se escribe como una historia de coraje, valentía, honor y legalidad. Este libro es una pieza infaltable para comprender la historia reciente de Colombia, esa otra parte de la historia que a veces no se cuenta en los medios, pero que cobra victimas silenciosas en una guerra que se libra sin balas ni granadas, tras los escritorios, donde el enemigo se convierte en una suerte de oscura mano negra difícilmente identificable, capaz de cualquier cosa con el fin de lograr sus oscuros propósitos.

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Friday 1 July 2011

La oscura ironía de la justicia (caso AIS)

La lamentable ironía del la coyuntura actual de nuestro país es que incluso siendo claro que los colombianos percibimos inequívocamente que el aparato judicial no sólo no funciona en el combate contra los actores criminales de la sociedad, sino que por el contrario los alienta e incita a muchas personas a tomar en sus manos una ley que consideran inoperante, sus representantes utilizan la rabia reprimida producto de su fracaso, para promoverse políticamente, utilizando las siempre demagógicas banderas del “cambio”. Uno de los más crueles ejemplos de esta situación, parte precisamente el intento de muchos entes judiciales de aprovechar un acto de corrupción para obtener beneficios políticos, utilizando la presión mediática y la ira reprimida de las personas, para justificar decisiones que no se ajustan al derecho, sino que por el contrario crean un derecho ajustado a sus decisiones.

Para poder caracterizar la apremiante situación de la justicia colombiana, me referiré al caso de Agro Ingreso Seguro, desde la perspectiva de Juan David Ortega, el ex secretario general del Ministerio de Agricultura, quien junto con otros cuatro ex funcionarios y sus respectivas familias está enfrentando el drama de un procesos judicial en contra, en donde el proyecto político de los acusadores y sus patrocinadores tiene como imperativo categórico presentar resultados, sin importar los hechos, el procedimiento o los derechos que se violen en el camino.

Para poner en contexto este articulo me parece relevante traer a colación los elementos que me llevaron a escribirlo, para a partir de ahí, mostrar el origen del carácter político con el cual la Rama Judicial está llevando sus actuaciones, con el abierto apoyo de los medios y la política estratégica del Gobierno Nacional.

El primer comentario que me llevó a escribir este artículo parte de personas muy cercanas, de alta posición social y fuerte poder económico, que al igual que muchos otros colombianos repiten frases dignas de la Alemania nazi o la Italia fascista. Y cito: “por el escándalo de AIS deberían meter a todos los del Ministerio de Agricultura y el ICA a la cárcel, y a usted también por apoyarlos y defenderlos”. ¿Necesito ahondar en cuánto daño hacen este tipo de posiciones en una sociedad? Espero por el bien del alma del lector, que no. Por otro lado, en una conversación con una abogada de la capital, en la cual le explicaba el caso de Juan David, afirmó: “ellos tiene que estar en la cárcel, porque están defendiendo a Andrés Felipe Arias, y si los dejan salir lo primero que harán sería quemar toda la evidencia”.

Cito este par de esperpentos para mostrar un punto: Las personas en Colombia están sedientas de justicia precisamente por la absoluta inutilidad del sistema. Por otro lado, la prensa ha sido muy hábil en ocultar el problema de fondo (que la justicia es el principal instigador de toda la violencia en Colombia) presentándole a la opinión pública chivos expiatorios, con cuyo sufrimiento se compran algunos de los más oscuros intereses políticos.

Para los lectores que sientan que la insinuación de que hay un fondo político claro detrás de muchos de los fallos de la justicia y el manejo de los mismos por parte de la prensa, es una acusación tendenciosa producto de un “uribista resentido” o mano negra, observemos el origen del asunto:

La Corte Suprema de Justicia, demoró deliberadamente el procesos de elección de fiscal con el único propósito evitar que la persona que asumiera el cargo tuviera un tratamiento que para ellos no resultara provechoso en el tema de las interceptaciones ilegales. Esto es, que los más altos representantes de la justicia colombiana, necesitaban ver la mayor cantidad de personas en la cárcel, y cuanto más cercanas al gobierno de Uribe, mejor. En este punto cito nuevamente a la abogada de la conversación previamente referenciada: “Si un juez tiene una animadversión personal contra alguien, acomodará los hechos para llegar a su sentencia, de eso, no te quepa la menor duda”.

En este contexto, Juan Manuel Santos, en otro más de sus actos de profunda traición a la persona que le representó la presidencia, cambió la terna, y se eligió finalmente una nueva fiscal, afín, como podemos ver, a aquellos intereses políticos que persigue la rama judicial colombiana.

En medio de esta coyuntura, se descubrió que algunas familias beneficiarias de Agro Ingreso Seguro habían parcelado sus tierras y habían defraudado al Estado al obtener de manera ilegal los subsidios que estaban destinados a los pequeños campesinos. En un acto de franco y abierto intento de escarnio público, digno del medioevo, la fiscal anuncio a la prensa que imputaría siete cargos a los ex funcionarios, algunos de ellos con grandes nombres rimbombantes que emulan a un verdugo esperando el momento de la ejecución.

En el caso especifico de Juan David Ortega, habían imputado dos cargos, el cargo de apropiación a favor de terceros, es decir, querían dar a entender que con sus actuaciones el funcionario ayudó a treinta y tres mil familias a enriquecerse, y celebración de contratos sin cumplir requisitos legales. El primer cargo no pudo sostenerse, la evidencia y coherencia del mismo llevaron a que la fiscalía terminara imputando un peculado a favor de terceros, crimen cuyo beneficiario sería el Instituto Interamericano de Cooperación Agropecuaria IICA, es decir, pretenden acusar a Juan David Ortega de que su actuación buscaba beneficiar criminalmente a la OEA. El lector entenderá cuán descabellada es esta acusación. Si, la fiscal fuera coherente con sus propias palabras, todos los funcionaros debiesen responder por lo que se hizo o se dejó de hacer, debería imputar cargos desde José Miguel Insulza hacia abajo.

Por el otro lado, en el cargo de celebración indebida de contratos sin el cumplimiento de requisitos legales, la Ley 80 de 1993 establece claramente todos los procedimientos legales que deben cumplirse para contratar con el Estado. Sin embargo, para contratos de ciencia y tecnología que incluyan transferencia tecnológica, y para contratos con organismos internacionales, se establece un régimen diferente para la contratación. Cabe recordar en este punto que el convenio del cual se acusa a Juan hace referencia a la implementación de proyectos de riego y drenaje que incluían el proceso de transferencia tecnológica. Y también vale recordar que este sistema también se aplicó con éxito en Chile. Para la Fiscalía, el no cumplimiento de la ley 80 es un delito simplemente porque consideran que este tipo de contratos no se incluyen en la categoría de ciencia y tecnología.

Como el lector puede observar, el primer cargo implica a funcionarios del IICA y de la OEA de ser defraudadores del Estado colombiano, y el segundo cargo es un aspecto meramente técnico y administrativo, del proceder diario de las actuaciones de funcionarios públicos, es decir de decisiones administrativas que no constituyen per se una conducta penal. Y es preciso que la Fiscalía demuestre y pruebe que existió dolo. En adición, para escoger al IICA se utilizaron criterios técnicos, entre ellos una trayectoria de contratos de este tipo de más de quince años, y su participación, como ya he mencionado, en proyectos en muchos otros países de la región.

Pero el lector se preguntará mas allá de los aspectos técnicos y jurídicos del proceso, en donde está la parte más injusta de todo el asunto. Responderé a esta pregunta en tres niveles. El primero, en la medida de aseguramiento estrictamente por indicio. Es decir, es preciso que para que un proceso se lleve a cabo con privación de la libertad se cumplan al menos una de dos condiciones, la primera, que el imputado sea un peligro para la sociedad, y la segunda, que haya riesgo de que destruya las pruebas. Es claro que un tecnócrata dedicado al servicio de su país y proveedor de su familia no es un peligro para la sociedad, y en segundo lugar, existen muchos mecanismos que permiten evitar este tipo de cosas sin tener que recurrir a la privación de la libertad. En el segundo nivel, cuando un acusado está privado de libertad y existe tal presión de los medios, termina no siendo responsabilidad de la Fiscalía probar la culpabilidad del acusado, sino del acusado defender su inocencia. Es decir, si existe una muchedumbre con antorchas y bates listos a linchar a un señalado de un delito, todo lo que hay que hacer, es enfurecer a la horda iracunda. En un Estado de Derecho todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y salvo en casos muy específicos todos deben defenderse en libertad. Para demostrar porque esto no es el intereses de la justicia para este caso, me referiré a un comunicado expedido por Juan David Ortega, en el cual cita las palabras de la fiscal, que dejan llenos de profunda preocupación a quienes están en este momento privados de su libertad, y a todos los colombianos:

Las últimas declaraciones de la Fiscalía en el caso AIS han generado en mí alguna preocupación. Esta semana, la doctora Morales dijo en declaraciones públicas que se “está tratando de establecer responsables”. De lo anterior, se desprende que en ese intento por establecer responsables no se puede enviar gente inocente a la cárcel. También dijo la doctora Morales que correspondía a los ex funcionarios demostrar que habían actuado con probidad. Es necesario recordar, que en el proceso penal no se puede invertir la carga probatoria pues se estaría violando la presunción de inocencia, lo cual sería de suma gravedad para el prestigio de la justicia colombiana. (Fuente: Caracol Radio.)
En un tercer nivel, es claro el interés político que hay detrás de este caso. La Fiscalía pretende mostrar un éxito ante el país en la lucha de lo que según la opinión general es el grupo de escándalos de corrupción más graves que el país haya enfrentado. Es decir, mientras a Juan David se le imputan cargos por fuera de toda percepción lógica, y se insiste en mantenerlo en prisión, los verdaderos responsables se mantienen al margen de cualquier proceso. Esto sin duda alguna es un "falso positivo" de la justicia, sin embargo, como hace parte de la ola periodística que busca generar en el país un ambiente contrario al anterior gobierno, la presión se ejerce en el sentido contrario.

Debo confesar que como economista, me sentí abrumado en medio de un universo legal que juega en contra de un hombre que a todas luces solamente estaba realizando su trabajo con devoción por su país, basado en una formación técnica impecable. Quisiera invitar al lector a imaginar, esa misma sensación, cuando un familiar cercano, un esposo, un hijo, o un padre se encuentran envueltos en estas circunstancias. Nuevamente, el sistema judicial colombiano nos demuestra el origen de nuestros problemas, en la medida en que se aprovecha, incluso, la sensación que genera su propia incompetencia para poder hacer más fácil la tarea de utilizar chivos expiatorios para mostrar resultados de una función, que a todas luces tiene fines políticos. Recuerdo en este momento que en similar situación, se encuentran cinco familias, sobre las que cayó la desgracia, que no están teniendo derecho a desmentir su culpabilidad, sino que están siendo obligados a defender su inocencia.

Colombia, al mejor estilo del fascismo, de la década del cuarenta, está permitiendo que quienes rigen la justicia actúen solamente en base a la búsqueda de réditos políticos, (e intereses políticos) en base a la agenda que los medios pretendan establecer. Pregunto al lector ¿cuál es la diferencia entre la aplicación del Código Penal en este caso, y el Malleus maleficarum de la inquisición española? La única diferencia es que podemos y tenemos el deber de disentir. Porque el silencio cómplice, finalmente, se volverá en contra nuestra, y si permanecemos callados, tal vez los designios de la persona que profirió el primer comentario que escribí al inicio del artículo, se vuelvan realidad.

Y a las familias de estas cinco valientes personas descritas a partir de Juan David Ortega, gracias a la colaboración de su esposa Carolina Villegas, (cuya ayuda hizo posible la construcción de este articulo) les reitero, que cuando termine esta injusticia, serán héroes.

Friday 3 June 2011

Procesos de paz y sofismas del terror

Procesos de paz y sofismas del terror
Por Jorge Monroy


Por estos días se hacen más fuertes los rumores que veníamos oyendo casi desde el principio de año: El presidente Juan Manuel Santos está orquestando por debajo de la mesa una negociación política con las FARC. Las pruebas ya saltan a la vista, el apaciguamiento de la guerra, el recrudecimiento de las acciones de las FARC, las relaciones internacionales, el silencio frente a las inadmisibles decisiones de la justicia que favorecen a las FARC, la presencia de Baltasar Garzón en Colombia, entre muchas otras cosas que ya han sido mejor descritas por otros escritores. El interés de este articulo, no es, por tanto, mostrar de nuevo lo evidente (aquello que por más que quiera, el presidente no puede ocultar más), sino demostrarle al lector de forma contundente por qué un proceso de paz es contraproducente en el largo plazo para la cohesión nacional y el Estado Social de Derecho, y por qué al final sólo logra generar más violencia en el largo plazo.

Para empezar, quisiera partir de una premisa elemental: para que haya un proceso de paz, debe haber un estado de guerra. En este, existen dos bandos, cada uno intentando imponer una visión del mundo por la vía de las armas. Quien vaya ganando en el campo de batalla sentirá que puede imponerle al contrincante su pensamiento, cualquiera que sea. Así pues, al igual que el Tratado de Versalles o la Conferencia de Yalta, es aquel quien ya ganó quien describe las condiciones en las cuales se instaura la paz. En Colombia, esa era la visión pastranista, sin embargo, el proceso fracasó precisamente porque las FARC iban ganando en el campo de batalla, pero no lo suficiente como para hacer rendir al Estado. Sin embargo, esa visión es errónea para el caso colombiano por múltiples razones; en este escrito discutiré especialmente dos de ellas: la primera, es que los grupos armados al margen de la ley (GAML) han dedicado su existencia estrictamente al accionar criminal. Su única razón de ser es poner bombas, secuestrar, extorsionar, robar, asesinar civiles, traficar con drogas y otros crímenes. Desde esta perspectiva, un interés de subvertir el Estado a favor de una u otra ideología es completamente irrelevante. Es decir, ¿considera el lector que es correcto decir que el Estado está en guerra con las bandas de apartamenteros? ¿Aceptaría usted que el estado dialogara con una banda dedicada al paseo millonario? Si su respuesta es un no rotundo, no hay ninguna razón para considerar que los GAML deban tener un tratamiento diferente.

La segunda razón es que el impacto de las atrocidades de los GAML ha logrado que los colombianos caigamos en un sofisma: creer que de fondo hay un problema político, y como tal, es preciso tener una solución política. En este punto no quiero demeritar las causas que alimentan la violencia día tras día, pues me referiré a ellas más adelante, sino que pretendo mostrar que la tragedia colombiana es solamente producto de que en Colombia el proceso de formación del Estado dentro de la nación ha sido incompleto.

Quiero citar un ejemplo muy simple para ejemplificar este punto, ¿alguna vez se ha preguntado el lector por qué el mismo colombiano que no encuentra problema en conducir de manera absurda en Colombia, respeta las leyes del camino en Estados Unidos? Estoy seguro de que más de un Colombiano ha oído la frase “es que allá sí toca”. Si saltó a su mente un recuerdo, quiero decirle que la explicación es la descrita anteriormente. Ejemplos hay muchos: cuando en Colombia se coloca un parte, en algún momento hay amnistía; cuando no se han pagado todos los impuestos, en algún momento hay un arreglo; cuando se aprehende a un criminal, se le condona la mitad de la deuda; es decir, en todas las esferas, el Estado en general está renunciando a aplicar la fuerza en aras de mantener un statu quo que beneficia a algunos pocos; por esta razón, un proceso de paz, es el más grave ejemplo: si el Estado renuncia a ejercer su fuerza, está básicamente educando a los colombianos para que se perpetúe el esquema de crimen sin castigo. Esto es, un Estado que decide renunciar a completar la tarea que durante años le ha quedado pendiente: establecerse como la única autoridad en el territorio colombiano.

Entonces ¿por qué no debemos hablar de guerra?, porque el Estado no hace la guerra contra los criminales, es su obligación combatirlos y someterlos al imperio de la ley ejerciendo una función de ejemplificación para hacer que todos los ciudadanos sientan que existen reglas claras que no se pueden transgredir.

La segunda razón porque un proceso de paz es inconveniente en el largo plazo, es porque lleva a la sociedad a otro sofisma que el terrorismo ha logrado involucrar eficientemente en el inconsciente colectivo: “las desigualdades sociales llevan a la violencia”. Sin minimizar el impacto de las difíciles condiciones que deben soportar miles de personas en Colombia, las profundas diferencias sociales entre los más ricos y los más pobres y lo excluyente de las posibilidades; ese argumento muestra nuevamente la más insensata renuncia del Estado a imponerse como único ente que rige la sociedad. El argumento según el cual la pobreza es un justificativo valido para la violencia es el sofisma político que nos ha vendido una clase de dirigentes que buscan soluciones facilistas y de muchos grupos armados cuyas palabras vacías han tenido eco por años en los medios de comunicación. Así pues, el Estado tiene dos responsabilidades que en aras de mantener un rebaño de votantes dóciles ha evadido: la responsabilidad de hacer presencia en todos los estadios de la sociedad, (ricos y pobres) y la responsabilidad de hacer que la ley sea una regla no negociable para todos los miembros de la nación.

Así pues, cuando la sociedad ha decidido no usar las diferencias sociales como justificativo para la violencia, el objetivo “político” de los GAML se queda automáticamente sin fuerza y no queda ningún otro calificativo más que el de Banda Criminal.

La tercera razón, es, como he sostenido en varios de mis escritos en Atrabilioso, que la justicia es más importante para la estabilidad y cohesión social para una sociedad, que la paz misma. Un proceso implica per se impunidad y deja enormes heridas abiertas en la sociedad, que ésta tarda años en superar. Por otro lado, con un historial tan profundo de violencia con tintes políticos, una paz que implique involucrar a quienes estaban inmersos en una dinámica criminal al aparato del Estado, ante todo generara un ambiente de polarización y más violencia: los colombianos inconformes entenderán, como lo vemos actualmente, que la respuesta del Estado a una agresión siempre conlleva impunidad, razón por la cual muchas de las victimas de hoy serán las victimarias de mañana. Así pues en el momento en el cual la sociedad ha entendido que no importa cuál sea la condición, la justicia es equivalentemente fuerte y genera el suficiente temor, la eficacia de la fuerza pública aumenta, al igual que el acatamiento de la ley y la eficiencia colectiva de las instituciones formales e informales: le pido al lector que imagine cómo sería nuestra sociedad si un contratista tuviera tanto miedo de robar que utilizara el dinero de manera eficiente en la creación de obras civiles; si considera radical este argumento, vale la pena revisar por qué el gobierno chino, logró construir 381.000 kilómetros de carreteras en un año. Es claro que la falta de respeto por los derechos humanos del régimen seudo comunista chino no es lo que profeso, sino el espíritu de respeto y temor hacia el Estado que surge del ejercicio eficiente de la fuerza.

Cuando se hace un proceso de paz, se renuncia a la justicia y como tal al ejercicio eficiente del Estado. El mensaje que se lleva a la sociedad es el mismo que se ha venido llevando durante tanto tiempo: “cometa un crimen, y aguante, que el Estado finalmente cederá”. Qué coyuntura mas paradójica: ocho años de arremetida del Estado contra las FARC, en los que se les dieron golpes que jamás en su historia habían recibido (fueron arrinconados y obligados a dividirse en grupos de no más de 15 personas; fueron llevados casi al borde de su extinción), y el Estado, renuncia a la posibilidad de establecer justicia, premiando su resistencia con un proceso de paz.
En el momento en el cual un criminal es indultado, (cualquiera que sea su GAML) el Estado ha perdido la batalla, y le enseña a los demás ciudadanos que por las vías de hecho, si resiste, finalmente ganará.

Es irónica la conclusión de este artículo, pero no por ello deja de ser falsa: la paz a cualquier precio lleva a la violencia, mientras que la justicia a cualquier precio, lleva a la paz. Colombianos: si la impunidad es el problema, ¿por qué creemos que con impunidad vamos a solucionarlo? El día en que sea cual sea el crimen, el destino sea la cárcel con una pena que deje a la sociedad tranquila, ese día, nuestro proyecto de sociedad funcionará. Mientras tanto, todos los inconformes entenderán que las armas hablan mucho más fuerte que las palabras.

Jorge Monroy en Twitter.

Friday 18 February 2011

Carta abierta a Claudia Ruiz, y a todos los que no son amigos de la marcha.

Bogota 18 de febrero de 2011

Carta abierta a Claudia Ruiz, y a todos los que no son amigos de la marcha.

Estimada colombiana, y queridos compatriotas.

La democracia se construye escuchando la contra parte, atendiendo con respeto y tratando de entender el punto del otro. Es por eso, que dignifico su columna con esta respuesta, pero no propiamente por su contenido Per se.
Querida compatriota, me tomare el tiempo para responder cada una de las preguntas que lanza de manera irónica, en nombre –espero- de todos quienes de alguna manera encontramos la propuesta de la marcha contra las FARC moralmente justa. Empecemos entonces.

En primer lugar, la marcha contra las Farc no es excluyente. Al igual que todos los Colombianos repudiamos profundamente los atroces crímenes de los paramilitares y el terrible e intoxicante narcotráfico de las Bacrim. No hacerlo seria una horrible traición con todos esos valientes guerreros de la fuerza publica que murieron combatiéndolos y que entregaron sus vidas y sus familias infiltrándolos. No obstante, personas como usted, minimizan los esfuerzos de quienes queremos la paz para este país con justicia, hablando con sarcasmos y poniendo a todo aquel que no este de acuerdo con la impunidad para las Farc dentro de la categoría de “extrema derecha”. Que Interesante seria, para confrontar su argumento, recopilar los testimonios de los jóvenes que vivieron en la zona de distensión, a quienes el “mono jojoy” les dictaba un código de vestimenta y presentación personal so pena de muerte. Pregunto yo ahora ¿quién representa mas una extrema derecha, un grupo de personas que quieren que se haga justicia con una banda criminal como las Farc, o los lideres de dicha organización que ponen como objetivo militar a todos quienes están en desacuerdo con ellos?
Mi estimada señora la respuesta a ¿por qué no marchamos contra los paramilitares? Es porque se hizo un proceso de paz con ellos y porque sus lideres están extraditados (por el gobierno del cual usted afirma son cómplices). Es obvio que como en todo proceso de paz, hay residuos; y uno de ellos es precisamente las Bacrim. Pero nuevamente le pregunto ¿qué es mas fácil de manejar a nivel policivo: Un ejercito armado de veinte mil hombres con un comando central unificado con ideología criminal compartida o varios grupos enemigos entre si, dedicados únicamente al narcotráfico? Considerando todos los recientes golpes contra las Bacrim la respuesta es a todas luces la segunda.
Sin embargo, la respuesta esta dada por la coyuntura. Marchamos contra las Farc porque cada vez que hablan de paz, se burlan del pueblo, usando los espacios que se les brinda para cometer nuevos actos de guerra –al mejor estilo de los fascistas japoneses-.Marchamos porque rechazamos que las Farc se hayan quedado con tan pocos argumentos que el único que les queda es comerciar con la vida humana. Marchamos porque al mejor estilo de los nazis –ultraderecha alemana- las Farc, ponen en segundo plano la vida y en primer plano sus intereses bélicos.
Marchamos contra las Farc, porque rechazamos precisamente la frase que usted menciona:

“Donde el respeto por la vida, la tolerancia y el orden comienzan por los gestos humanitarios”

Por que son frases como esas, las que no permiten que haya paz con justicia, en la medida en que se olvida que no es un acto humanitario entregar a un secuestrado, porque es un crimen de lesa humanidad que no debió cometerse en primer lugar. Si esta tentada a utilizar el argumento de la dinámica de la guerra y a usar la palabra “retenido”, y no secuestrado, le recomiendo que lea algún escrito sobre la “ética revolucionaria”, que los señores de las Farc parecen haber ignorado de sus propios ideólogos.

Por otro lado, al igual que usted esta en todo su derecho de hacer las criticas que su opinión le dicte sean pertinentes al diario “el colombiano”, dicho informativo, esta en todo su derecho de utilizar la postura editorial que le plazca. Es irónico que muchas veces las personas que mas defienden la libertad de expresión son las mas vehementes en criticar a aquellos medios que no piensan igual que ustedes. Estoy seguro que si reviso su archivo personal de blogs, encontrare uno dedicado a la defensa de la libertad de expresión “cuando conviene”.

Sin embargo, quiero a usted darle la razón en algo: Como ya lo han dicho y corregido los promotores de la marcha, no vamos a protestar contra la Señora (así Arismendi y su combo en Caracol insista en llamarla senadora) Piedad Córdoba , porque estamos en completo desacuerdo del tratamiento que le da a las liberaciones. Su interés político (para no entrar en otros detalles) es claro y su uso de las mercancías humanas para réditos politicos es algo que todos los que participamos en la marcha, rechazamos. No obstante, usted tiene razón, no vale la pena hacerle una marcha a ella, porque no necesita mas publicidad.

Por ultimo, estamos de acuerdo en que hay mas lados de la historia, pero bajo ninguna circunstancia hace menos verdadera la crueldad, frialdad y sevicia de las Farc. Calificar de Ignorantes a las personas que marchan contra las Farc, es insultar la memoria de los diputados asesinados en medio de la selva, muertos como mercancías de las Farc; es insultar a dos millones de desplazados: es insultar a todos y cada uno de los soldados y policías que murieron luchando hasta el ultimo suspiro para que usted pueda escribir su columna en paz. Calificarnos de ignorantes es casi como insinuar que el dañó de las Farc es irrelevante.

Claudia, no pretendo convencerla, sino expresarle que gracias al sacrificio de muchos hombres y mujeres de nuestra fuerza publica, y de innumerables muertos invisibles que caen día tras día en la guerra que las Farc siguen imponiendo en la sociedad colombiana contra su voluntad, puedo decir que después de casi dos décadas finalmente sentimos que vivimos en algo cercano al estado de derecho, por lo cual le reitero como un buen demócrata que respeto su opinión, pero que difiero profundamente de ella por las razones anteriormente expresadas.

Si se siente buena demócrata, la invitamos a un debate abierto, sin resentimientos ni odios, sino entre Colombianos, -cosa de la cual estoy seguro, usted esta de acuerdo- que queremos un país en paz y con justicia.

Por ultimo, quisiera hacer una mención especial a “el colombiano” por su apoyo a una causa popular, que sin duda, ya ha cambiado la perspectiva del conflicto en Colombia. –recuerden lo que dijeron los secuestrados acerca de la marcha…-

Jorge Monroy

Un Colombiano promedio, que espera que su voz represente a la de muchos otros.

Tuesday 15 February 2011

Del perdon y la debilidad.

Del perdon y la debilidad. -Cronica de lo indigno-


Parafraseando a Pablo Neruda, podría escribir los versos más tristes este día.
Hacía ocho años que no sentía dolor de patria. Para todos los colombianos la esperanza de un país en paz y mejor se había vuelto nuestra idea principal. La Seguridad democrática había logrado que casi se extinguieran las acciones terroristas de las Farc, mientras esta nueva confianza permitía que las personas pudieran nuevamente a ejercer sus derechos civiles que les había robado el narco-comunismo. Después de muchísimo tiempo, habíamos sentido por fin, que podríamos llegar a un proceso de paz serio en las condiciones del estado, aprovechando la balanza y el poder que genera la posición en el campo de batalla. Los paros indígenas y camioneros que taponaban las ciudades haciendo ensayos terroristas eran cosa del pasado, y el país empezaba a guiarse hacia un camino de prosperidad negada por tantos años por los narco-comunistas, los narco-nazis o los narcos sin apellido. Después de tantos años, la seguridad democrática, -habíamos creído- se había vuelto política de estado y no de gobierno.

En ese contexto, las elecciones dieron al pueblo luces de esta idea. No hubo un solo candidato –ni siquiera Petro- que se alejara de la idea de continuar la mano dura y la presión militar al grupo terrorista FARC. Juan Manuel Santos, se presentaba como un humilde seguidor de las ideas de Uribe: rompía vehemente cartas de amenaza de las farc, arengaba el nombre de Uribe mientras la concurrencia gritaba enardecida y reclamaba como suyos los éxitos en la cartera de defensa. Es preciso aclarar, que yo vote por Vargas Lleras en la primera vuelta, y en blanco en la segunda. Juan Manuel Santos tenia ya un largo historial de darle la espalda a aquellos que en su momento le habían dado de comer, y aquellos gobiernos de los cuales había hecho parte.
Con ese discurso ganó la presidencia en medio de vítores del uribísmo, quien pensó –equivocadamente- que había sido reelegida la seguridad democrática. Sin embargo, tan solo unas horas después de haberse posesionado le dio la espalda a las fuerzas militares y al pueblo colombiano que tan valientemente habían soportado el bloqueo económico de Hugo Chávez, al reunirse con el y recomponer las relaciones sin contraprestación alguna. Afirmo esto, porque el dinero que Hugo Chávez le debe a Colombia no es bajo ninguna circunstancia para todos aquellos valientes guerreros que resistieron el ataque chavista, es decir, los vendedores de las pequeñas tiendas en la frontera y las personas de a pie que durante años habían vivido de la relación con ese país hermano, sino, para algunos grandes grupos industriales. Por otro lado en términos de las Farc, no se arregló nada. En un segundo invalido la política de su predecesor, a cambio de la promesa vacía del dinero que aun no le han pagado.

Son innumerables los otros ejemplos de política en la cual simplemente le dio la espalda a su antecesor. Sin embargo, la seguridad, es el tema que inspira este blog. Para las Farc es costumbre recibir los nuevos gobiernos “midiéndoles el aceite”. Es preciso recordar que Álvaro Uribe fue recibido con morteros. Sin embargo, de la mano esa humilde y valiente heroína Marta Lucia Ramírez, la respuesta fue contundente. Juan Manuel Santos por su parte, no fue la excepción. Las Farc empezaron con una gran contra ofensiva, mientras en medio de críticas se dio de baja al mono jojoy. Pero no nos engañemos, a solo dos meses de la salida de Álvaro Uribe Vélez, esta operación había sido planeada por lo menos con dos años de anticipación. Las Farc lo entendieron, y continuaron con su campaña de contraofensiva que dejo noticias diarias desde el comienzo de febrero y que no han cesado hasta hoy. La respuesta de Juan Manuel no fue contundente. Precisamente por eso, las Farc lanzaron su mas ambicioso plan en ocho años; su operación anti jaque.

Las liberaciones unilaterales –como lo menciono en el blog anterior- buscan transmutar el concepto del secuestro usando con tanta frecuencia la palabra “humanitario” que las personas tienden a creer que el proceso de liberación, debe hacerse a toda costa.
En este contexto, este grupo terrorista anuncio las liberaciones de unos hombres, y exigiendo protocolos de seguridad completamente histriónicos incumplió los pactos y no entrego a los secuestrados en las coordenadas que ofreció, mientras en ese exacto momento secuestraba más ciudadanos colombianos. Al mismo tiempo, los servicios de inteligencia colombianos y la sabiduría popular alertaban que habían utilizado el movimiento para transportar heridos y el facilitar el escape de Cano del cañón de las hermosas.
Sin duda alguna el engaño es gigantesco. Usando la única mercancía con la que las Farc saben negociar, la vida humana. Usaron el dolor de las familias para propósitos terroristas. Vidas que no les importan en lo mas mínimo, mientras seguian demostrando que una negociación con ellos en condiciones diferentes a la victoria militar por parte del estado, no es posible porque jamás han buscado generar confianza.

En ese contexto, Juan Manuel decide –inexplicablemente- continuar con el proceso, para posar de humanitario y afirmar a todas voces que entiende profundamente a las familias y que lo hace por ellos, mientras en silencio solo lanza suaves diatribas contra las Farc, que solo el oye. Los terroristas lo han medido y lo han encontrado débil. Y no me malinterpreten, la liberación de todos los secuestrados y el dolor de las familias es algo que me desgarra el alma, al igual que a todos los colombianos y a todos los Uribistas, sin embargo, los terroristas han logrado crear en Colombia el falso debate entre Dialogo y rescate militar, Cuando el estado no tiene ninguna otra obligación con los secuestrados, que movilizar a toda la fuerza publica para su rescate a toda costa. Si bien el dialogo es una opción, el rescate militar es una obligación que el estado tiene –por constitución- con los secuestrados.
Pero las Farc se salió con la suya, y Juan Manuel los perdonó. Su mensaje de debilidad les dará valentía para comenzar su fase de reconstrucción; obtuvieron exactamente lo que necesitaban y se les negó durante ocho años, un respiro.
Al perdonar el escape de Cano, Juan Manuel Santos no solo le dio la espalda a Álvaro Uribe, cuyo nombre se jactaba de arengar en su campaña, sino a todo el pueblo que le dio un mandato muy claro: “continuismo de la seguridad democrática”; aun mas terrible: en la ofensiva contra Cano, cuántos valientes soldados no perdieron la vida pagando con ella el sueño del final de la guerra?; cuanto esfuerzo de nuestra heroica fuerza publica se perdió en un instante de debilidad?; donde queda la moral de batalla que es nuestro principal activo en la balanza del conflicto?. Todas estas preguntas hacen doler la patria en el corazón después de tantos años de orgullo . Juan Manuel Santos no comprendió que cualquier debilidad con el secuestro nos vuelve a convertir a todos en objetivos militares, cuarenta millones de habitantes ahora tenemos que volver a escapar de las carreteras a evitar los viajes y cambiar a diario de rutas, pues el repunte del secuestro es simplemente inevitable cuando se asume la debilidad como política de estado. En nombre de los hombres que dieron la vida tratando de acabar tanto la guerra como las Farc en el cañón de las hermosas, no puedo perdonar a Santos su decisión de continuar con las liberaciones y de permitirle a las Farc el espectáculo de vidas humanas propiciado por la señora Piedad Córdoba y el señor Iván Cepeda. Hoy al igual que Juan Manuel hizo con Álvaro Uribe y el pueblo colombiano, le daré la espalda.

Tuesday 25 January 2011

LA ESTRATEGIA OCULTA DE LAS FARC

LA ESTRATEGIA OCULTA DE LAS FARC
Un análisis de porque queremos una liberación sin tv.

La estrategia de las liberaciones unilaterales parecía completamente fuera de contexto, por varias razones: en primer lugar, La guerrilla colombiana había llegado a uno de los puntos más bajos dentro del proceso de aislamiento de la sociedad civil colombiana. En segundo lugar, en el marco del desarrollo de la política de seguridad democrática este grupo terrorista se vio forzado a emplear un repliegue estratégico, fraccionando sus otrora grandes grupos de ataque, en pequeñas columnas móviles que realizan acciones bélicas contra pequeños grupos tanto civiles como militares. Por otro lado, el apoyo oficial venezolano y ecuatoriano les daba la oportunidad de ejecutar con más tranquilidad las acciones ilícitas que las financian, como por ejemplo el narcotráfico, lo cual sin la persecución incesante de la fuerza publica, generaría un gran torrente de recursos con el cual podrían generar una situación militar y política al estilo de la ofensiva de tet.
La lógica, hubiera dictado que los secuestrados serian su principal activo en medio de esta nueva dinámica de la guerra; con ellos generaban una presión internacional sobre el gobierno para un acuerdo humanitario –presión que logró muchos frutos políticos para las FARC, por ejemplo, la liberación de GRANDA por presión de Nicolas Sarkosy- que dada la postura firme del Gobierno de Álvaro Uribe, resultaría en un debilitamiento paulatino de la posición del gobierno a nivel internacional.

Sin embargo la guerrilla decidió realizar liberaciones unilaterales. Para ello utilizó, una serie de preceptos, que reforzaron su estrategia. El primero, es el uso de sus propios medios de comunicación afines, como Telesur, quienes empleaban una retorica que al final ayudaría a este grupo en su objetivo ulterior. Este tipo de actuación tiene dos objetivos secundarios. El primero, es ejercer presión sobre la sociedad civil colombiana. Esto lo hacen porque lograron interpretar la sensación colectiva de solidaridad con las familias de los secuestrados, es decir, pueden manipular a toda la sociedad solamente con la promesa de libertad. Por esta razón, se hacen liberaciones en grupos pequeños, para de alguna manera chantajear a la sociedad civil con el mensaje de que cualquier situación o concesión es valida en la búsqueda de la liberación de los secuestrados. El segundo objetivo secundario de la transmisión, es un mensaje enviado al exterior en sus propios términos y con sus propios libretos. La buena voluntad que aparentan ante la comunidad internacional esta enmarcada dentro de la ayuda logística de los gobiernos antes mencionados. Con esta evidencia fílmica, apoyada en las acciones de sus simpatizantes nostálgicos del comunismo, las FARC logran crear presión externa y re abrir desde el exterior la ventana política que cerraron en el interior. Para ello, utilizaron a una serie de personas afines, que sin hacer diplomacia directa en su favor, hacen eco de su discurso y de alguna manera legitiman una guerra que el pueblo colombiano desprecia en su totalidad.
El segundo pilar de la estrategia es la recuperación de espacios vitales perdidos. Durante el gobierno de pastrana, las FARC tuvieron toda la interlocución que quisieron tener. Recuerdo a todos los medios entrevistando a uno y otro guerrillero en el Caguan, posando de grandes figuras y ambiciosos intelectuales pacifistas. Tras el advenimiento de Álvaro Uribe, las únicas noticias referentes a esta guerrilla que asomaban la parrilla informativa Colombiana se redujo a sus pérdidas militares y al ruido que lograban generar con acciones terroristas tanto a civiles como a militares. Con las liberaciones unilaterales podrían volver a ser noticia, y a tener cierta relevancia en el escenario político nacional. Desafortunadamente para el país, ese objetivo se logro cuando pusieron al borde de la guerra a Colombia con Venezuela, momento en el cual, desafortunadamente volvieron a dictar la agenda política del país. Para esto se prestaron todos los medios nacionales, que buscando la primicia amarillista del abrazo y la lágrima, abrieron una puerta que había estado cerrada mucho tiempo: la capacidad de la guerrilla de ser protagonista.
El tercer elemento estratégico radica en la curva de aprendizaje que quisieron lanzar sobre la sociedad civil, y hoy es más claro que nunca, idea que desarrollare a continuación.
Las FARC se caracterizan por utilizar tiempos diferentes a los de la sociedad Civil colombiana. En este caso, su estrategia contempla un largo plazo en el cual las liberaciones sirven de plataforma. Las distancias entre liberaciones les permiten evaluar el impacto y otros aspectos relevantes de se estrategia, al tiempo que maleducan a la sociedad, cada vez haciéndolas mas complicadas y difíciles en aspectos triviales. Esto con el fin de probar la elasticidad de los límites del gobierno, la capacidad de presión de la sociedad, los familiares y sobre todo de sus amigos en el exterior e interior. Esto significa que las liberaciones no son más que medios de este grupo terrorista para evaluar su propia capacidad política, al tiempo que estiran las bandas de tolerancia de la sociedad, quien cayó de frente en el chantaje de que todo se vale por la libertad de los secuestrados.
Hasta el día de hoy, aun estamos esperando la entrega de las coordenadas donde recoger al mas reciente grupo de secuestrados. Se han tomado más de un mes para realizar una actividad que -es claro para todos-, no debería tardar más de tres días. Mientras tanto, la guerrilla ha cometido innumerables acciones terroristas contra civiles y militares las cuales han tenido un despliegue únicamente nacional. Por su parte, el gobierno y la sociedad civil aguantan la humillación por el tiempo que las FARC y sus simpatizantes quieran, cada vez estirando mas los limites de sus propios estándares, lo cual es una estrategia exactamente similar a la utilizada con la zona de distensión. Por otro lado La dilación de la última liberación anunciada es en adición a todo lo anterior una prueba para el temple y carácter de Juan Manuel Santos, y de la forma en la que responda al reto de no dejarse chantajear dependerá el desarrollo de la guerra los próximos tres años.

Así pues, el objetivo central de toda esta estrategia empleada por las FARC analizado en este articulo, es simplemente uno. Transmutar conceptos. Para entenderlo, es preciso que el lector recuerde las palabras y los símbolos utilizados en las liberaciones. El término humanitario y el símbolo de la cruz roja internacional se han usado con tanta frecuencia que ya se han hecho parte de la cultura popular de las liberaciones. Misión humanitaria, acción humanitaria, rescate humanitario; son palabras que inundan los medios durante estos eventos: ese es precisamente el eje de la estrategia oculta de las FARC: trasmutar la idea, de “las FARC secuestran” a “las FARC liberan”.
Esta estrategia ha contado con idiotas útiles: los medios. Cada vez que se muestra un abrazo entre ex-secuestrados y sus familias se refuerza la idea de que las liberaciones son un regalo incomprendido, y que todo cuanto se haga por ellas es correcto. Los altos ratings hacen parte de lo que las FARC buscan, al tratar de re educar a la sociedad colombiana para que recuerde mucho mas ese segundo de imagen a los diez años de secuestro que muchos han pasado. Por otro lado, con esas imágenes, y en compañía de sus simpatizantes y amigos, simplemente hacen doble presión al gobierno: la presión interna de una sociedad arrodillada ante el chantaje de la liberación de los rehenes, y la presión externa de gobiernos ajenos a la realidad Colombiana, que han sido influenciados por un trabajo de cancillería bastante mas ágil que el del gobierno: el de los amigos de las FARC

Thursday 6 January 2011

Reflexiones de un país sin memoria

!BIENVENIDOS NUEVAMENTE AL BLOG! Dados las recientes sucesos y discusiones publicas y con motivo del resurgimiento del Blog ¡el anacronista! –relatos de un país sin tiempo, me siento en la obligación de hacer una reflexión que busca defender el país que recibimos de manos de Álvaro Uribe, basado en los relatos de un hombre sabio en quien me baso para rendirle un homenaje: Mi padre.


Cuando era pequeño, recuerdo firmemente la cara de los soldados que eran enviados a morir en las selvas alrededor de 1994, durante el “gobierno de la gente”. En sus rostros se veía el abatimiento y el cansancio. Todos los días, se escuchaban noticias de tomas de pueblos a lo largo y ancho de la geografía nacional, de hecho, muchas veces veíamos llegar a la ciudad, soldados caminando después de grandes tomas, porque no hubo transportes disponibles. El escándalo del proceso 8000 y Ernesto Samper aferrándose al poder me hacían pensar entonces, la necesidad de un cambio urgente para nuestro país. Solo unos años después Mí padre, un conservador acérrimo, nacido en 1925, gran intelectual de derecha, quien vivió en carne propia toda la historia de Colombia, pensaba en la tristeza de nunca haber podido vivir en paz, y gritaba al televisor enfurecido cada vez que Tirofijo o alguno de sus secuaces daba declaraciones durante el fallido proceso de paz.
Recuerdo claramente sus palabras “mano dura es lo que se necesita en este país”, decía mientras recordaba con ironía que las FARC nacieron liberales y se volvieron comunistas. Pero que nunca tuvieron nada de ello realmente. Esa misma noche en que nos contaba historias del bogotazo y de cómo salió ileso de este a pesar de que un liberal trato de asesinarlo, Andrés Pastrana anunciaba lo que mi padre y casi todos los colombianos sabíamos desde un principio: Tirofijo lo había asaltado en su buena fe.
Pero era demasiado tarde. La tregua y retaguardia estratégica ya habían dado a las FARC una gigantesca ventaja táctica operativa, que puso al país de rodillas hasta el punto que mi padre, hablaba incesantemente de la necesidad de irnos del país, en caso tal de que el estado perdiera finalmente la guerra. Recuerdo Firmemente a mi padre recordando cuan grave era la amenaza de Hugo Chávez, de quien nos pidió recordarlo cuando comenzara a apoyar a los grupos terroristas de Colombia y expandiera las ideas socialistas por el continente – nada mas acertado a lo que finalmente pasó-
Durante ese periodo oscuro los indígenas realizaron algo que muchos en el Cauca describieron como un ensayo de sitio. Bloquearon la ciudad de Popayán durante mucho tiempo, dejando a las personas de la ciudad con ninguna otra salida que esperar el Avión Hércules salvador de la fuerza aérea. Recuerdo también que después de las seis de la tarde viajar a la ciudad de Cali significaba firmar un acta voluntaria de secuestro. Memorias me asaltan de cuando secuestraron tantas personas conocidas en la ciudad, que mi padre nos dio instrucciones precisas de que si algún día era secuestrado, actuáramos como si ya hubiera sido asesinado.
Cuanto hubiera deseado mi padre haber podido vivir unos años mas para poder ver los años del Álvaro Uribe Vélez. Estoy completamente seguro de que por las mejillas de mi padre hubieran corrido lagrimas de emoción el día en que el ejercito rescato a los soldados, policías y a los tres americanos (entre otros rescatados) en la operación Jaque. Estoy seguro que en su pecho no habría cabido tanta emoción tras la caída de Raúl Reyes, y los rescates sucesivos, la muerte del negro Acacio y el final de la vida terrorista de Tirofijo y del mono jojoy.

Mi padre murió en el año 2000. Pero el recuerdo de lo que pensaba sirve para hacer un par de reflexiones. La primera, es que el nació y creció en una Colombia sin las FARC, sumida en la violencia y llena de sangre por Doquier. Fue testigo de primera mano de todos los incidentes que dieron forma a nuestro actual conflicto. Y aun así reconocía en los últimos años de su vida que el momento mas difícil de la nación ocurría precisamente en el final de la década de los noventa y en comienzos del nuevo milenio: Así mismo lo veían los miles de colombianos, que habían visto en la guerra degradada por los grupos ilegales, un freno a todos sus sueños de prosperidad y de crecimiento.

La segunda reflexión radica en que uno de los argumentos favoritos de algunos personajes de izquierda afirma que las FARC no son un problema, y que el país necesita cosas más importantes. Muchos de ellos, (Presumiendo la inocencia de sus palabras) simplemente no entendieron, la magnitud de la guerra en Colombia. Y no entendieron que para llegar al momento en el que se halla Colombia, se necesitaba una respuesta estatal igualmente contundente, que durante casi nueve gobiernos no se dio.
Álvaro Uribe no se invento la guerra en Colombia, simplemente fue el único presidente que de frente se encargo de enfrentarla, asumiendo de frente todas las consecuencias. Armado del mejor ejercito de América Latina, y el apoyo popular del pueblo que poco a poco se iba liberando gracias al trabajo firme y honroso de la Fuerza Publica. Clara mente, Él se enfrentaba a una organización que tenia una estructura montada hace cincuenta años destinada al crimen y el delito, que recientemente se había adueñado del negocio del narcotráfico y el secuestro; Es obvio que se esperaba un contra ataque, pues todo aquel que pelea de frente, no teme los golpes de vuelta.

La ultima reflexión es que mas allá de la impronta que Álvaro Uribe dejó para el destino democrático de Colombia, es que su gobierno, su retorica y su discurso, finalmente logró unidad y consenso frente al rechazo absoluto al terrorismo. Eso lo prueban las elecciones pasadas, en las cuales a pesar de tener todo un espectro político de candidatos, existía un consenso tácito sobre la política de seguridad democrática.

Finalmente, dentro de la discusión siempre valida y necesaria en la democracia, la defensa del gobierno de Álvaro Uribe debe hacerse entorno a la política pública que sin necesidad de leyes o legislaciones, se convirtió en política de estado; y que hoy le da un capital político y económico sustancial al gobierno del presidente Santos, para continuar –como es mandato popular- con las políticas de su predecesor.
Por fuera de la discusión, se encuentra el ataque personal; como ejemplo están las discusiones de las últimas semanas donde las acusaciones se reducen al mal uso de la practica periodística, en donde la búsqueda de vigencia sacrifica los deberes periodísticos y civiles, pues en vez de denunciar ante las autoridades sus acusaciones, se mantienen en el ámbito de la especulación y el ataque al nombre.

Finalmente, si mi padre hubiera podido ver la nueva Colombia que entrego Álvaro Uribe, habría muerto, sintiéndose orgulloso de haber crecido en nuestro país, y aunque no hubiese vivido para ver la paz que aun nos es esquiva, habría muerto sintiéndose digno y no arrodillado como nos sentimos los Colombianos durante tantos años en los cuales soportamos la debilidad criminal de nuestros gobernantes.


JORGE MONROY